Desde mediados de marzo de este año, gran parte de la población mundial comenzamos a afrontar diversas etapas y modalidades de “cuarentena obligatoria”, “aislamiento social preventivo y obligatorio”, “confinamiento”, “inmovilización social obligatoria”, “disciplina social” y otras denominaciones de las medidas adoptadas por las autoridades de cada país que buscan principalmente disminuir la circulación de las personas para evitar el contagio por covid. Inevitablemente, desde la entrada en vigencia de esas medidas nuestro planeta tierra, nuestra casa común, empezó a tener un respiro o un pequeño descanso.
¿Respiro? ¿Descanso? ¿De qué o por qué? El desarrollo de diversas actividades económicas y el ejercicio diario de cada una de nuestras actividades, generan un impacto sobre nuestro ambiente, positivo o negativo y este último es el que suele denominarse contaminación, la cual se produce de diversas maneras como la emisión de dióxido de carbono por el uso de combustibles fósiles (esto es cada vez que usamos nuestros vehículos o viajamos en avión por ejemplo), también lo es la invasión de espacios naturales que corresponden a la fauna de cada localidad, arrojar residuos en la vía pública o en nuestros mares y océanos, el elevado consumo de productos de plásticos de un solo uso, la no clasificación de nuestros residuos que los hace terminar enterrados en un relleno sanitario e inclusive ciertos niveles de ruido entre tantas otras acciones derivadas de las actividades humanas.
Luego de las medidas sanitarias mencionadas, se redujo significativamente la circulación de personas y también en forma obligada se paralizaron muchas actividades fabriles, extractivas y similares o solamente disminuyeron su nivel de actividad, todo esto generó según datos provistos por diversos organismos científicos, unas disminuciones significativas en la contaminación ambiental. Inclusive informan que la disminución en la emisión de dióxido de carbono es la mayor en los últimos 100 años, imágenes satelitales difundidas por la NASA han puesto estos hechos en evidencia, pero también los diversos registros de imágenes en redes sociales y periódicos que han mostrado como los animales accedían a zonas urbanizadas o disfrutaban de espacios que suelen estar colmados de turistas y también hemos podido ver fotos de calles y ciudades mas limpias. Como consecuencia de ello, este año el día del sobregiro o sobreexplotación de la tierra se produjo varios días mas tardes, en comparación al 2019, siendo el primer retraso luego de su inicio en la década del ’70 indicando una disminución del 9.3% en la explotación según datos de Global Footprint Network (grupo de expertos en sustentabilidad de Estados Unidos, Bélgica y Suiza).
Entonces, si consideramos estos antecedentes y muchos más que pueden brindar los organismos afines, podríamos decir que la pandemia: ¿está siendo positiva para nuestra casa común? En mi opinión no, coincidiendo plenamente con lo manifestado por la Directora del Programa Ambiental de la ONU, Inger Andersen, “los impactos positivos visibles, ya sea la mejora de la calidad del aire o la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, no son mas que temporales, ya que se deben a la trágica desaceleración económica y al sufrimiento humano”. Sin embargo, podríamos decir que es positivo si llega a generar en cada una de las personas la conciencia suficiente de que mediante nuestra acciones diarias realmente podemos contribuir hacia la sustentabilidad de nuestro planeta o al menos disminuir el impacto contaminante de nuestra acciones, esto sería haciendo un consumo más responsable, usando productos “amigables” con nuestro ambiente, clasificando nuestros residuos, usando mas transportes sustentables, usar energías alternativas, no derrochar agua entre otras acciones para contribuir.
Afortunadamente, existen iniciativas que vienen trabajando en estos y muchos ejes más como el Sistema B, que promueve el desarrollo de empresas de triple impacto, los 17 objetivos de desarrollo sostenible definidos por la ONU, el creciente desarrollo de emprendimientos sustentables y el respetable trabajo que realizan varias ONG cada una de ellas trabajando una temática en particular, pero todas aportando al objetivo central de un mundo más sustentable. Todos estos casos y varios más, están a nuestro alrededor en nuestra provincia y en todo el país, que quizás no sean muy evidentes, pero están muy presentes trabajando diariamente.
La pandemia por covid, probablemente se terminará cuando el mundo tenga una vacuna, pero para contrarrestar el calentamiento global eso no será suficiente, se necesita replantear las acciones, procesos productivos y principalmente planificar teniendo como eje las generaciones futuras. La conciencia ambiental es fundamental pero también el compromiso de las autoridades gobernantes y el establecimiento de normas afines considero que son herramientas realmente válidas e imprescindibles para contribuir a un cambio y encaminarnos hacia un planeta más sustentable. Al verdadero cambio, debemos impulsarlo empezando por cada uno de nosotros actuando de manera ética y responsable con nuestro ambiente para que nuestra huella sea sustentable y no contaminante.
Lic. Alberto Riveros
Profesor de Instituto Aconcagua