Olaf Scholz, el socialdemócrata que este miércoles se ha convertido en canciller federal de Alemania, logró en unos pocos meses darle la vuelta a una carrera electoral que amenazaba con arrastrarle a él y a su partido a la irrelevancia. En primavera, el SPD parecía resignado a acabar en tercer lugar, por detrás de los democristianos de Angela Merkel y Los Verdes, que entonces acariciaban el sueño de tener la primera canciller ecologista. Pocos apostaban por este político discreto, con escaso carisma y tono de voz cercano al susurro. A los alemanes les convenció su promesa de continuidad del legado de Merkel y su fama de gestor eficaz y profesional. Él jugó la carta de erigirse en sucesor de la canciller sin ser siquiera de su mismo partido. Llegó a fotografiarse en la portada de una revista haciendo con las manos el famoso gesto del rombo por el que es conocida Merkel. Y en un juego de palabras con la versión femenina de canciller (Kanzlerin) aseguró que aspiraba a ser cancillera.
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Fuente:elpais.com/