“Mamá ¿dónde estás? ¡qué guapa eres…! ¿cómo sobrevivir sin ti?”. Entre sollozos, Natalia Mirko, de 52 años, se abraza al féretro de su madre mientras la invoca. La catedrática Anna Starostenko, de 73 años, fue una de las pocas vecinas que se quedó en su casa de Irpin durante el mes de ocupación de esta ciudad ucrania por los rusos. La mujer sobrevivió a los combates y la falta de agua, luz y gas. El 9 de mayo, poco más de un mes después de la retirada de los invasores y cuando la ciudad empezaba a resucitar, su corazón dijo basta. La vida en Irpin sigue su curso. También la muerte. La tumba de esta doctora en Economía aparece rodeada de otras decenas, todas cuajadas de flores, de los aproximadamente 300 civiles que murieron bajo el yugo de la ocupación rusa en esta localidad a las afueras de Kiev.
Seguir leyendo
Fuente:elpais.com/